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LA HISTORIA DE YOYO


 



Tengo 42 años, soy abogado y el orgulloso padre de Camila, de 7 años, y Maika, de 4 años. Ellas, junto con mi esposa Becky, son mi razón de ser, mi motor para seguir adelante. También encuentro alegría en mi trabajo, en el tiempo que paso con mis amigos y familiares, en mantenerme activo físicamente y en disfrutar de las pequeñas alegrías de la vida. A pesar de los desafíos de salud, sigo intentando llevar una vida normal y cotidiana en mi casa, con mis amigos y en mi trabajo.


Hoy, me encuentro en una situación difícil y por primera vez me veo en la necesidad de solicitar el apoyo de mi familia, amigos y de quienes se sumen a esta causa.


Me enfrento a una urgencia médica: necesito someterme a una cuarta cirugía de trasplante, específicamente mi tercer trasplante de hígado. Esta intervención es crucial y debe llevarse a cabo en los próximos meses, ya sea en México o en Estados Unidos. Lamentablemente, ya no cuento con un seguro médico que cubra estos gastos.


Permíteme compartir un poco más sobre mi historia...


Nací en 1981 y, a los 15 días de haber llegado al mundo, me diagnosticaron con una enfermedad extremadamente rara llamada atresia biliar, que lamentablemente suele llevar a una esperanza de vida de apenas un mes. Sin embargo, contra todo pronóstico, me sometí a una cirugía extremadamente compleja y, milagrosamente, logré sobrevivir. Pude tener una infancia relativamente normal e ir a la primaria, pero a los 9 años mi salud empezó a empeorar de nuevo. Estuve en terapia intensiva muchas veces y me diagnosticaron cirrosis a los 10 años. Me explicaron que necesitaba un trasplante de hígado de emergencia.


En 1991, no había trasplantes de hígado disponibles en México y la opción en Estados Unidos tenía un costo de $2.4 millones de dólares. Por fortuna, logramos irnos de emergencia a Dallas, donde había 5 niños más en espera de un hígado. Dada la gravedad de mi situación, los médicos decidieron que yo fuese el primero en la fila y el hospital decidió absorber los costos de la operación. Me sometería a ser el trasplante de hígado número 50 (aproximadamente) del mundo, aunque nos informaron que si no funcionaba, tendríamos que esperar un año para recibir un nuevo órgano. Después de 15 horas de cirugía, el órgano no coaguló, pero mis padres no perdieron la esperanza y, milagrosamente, un segundo hígado llegó solo 12 horas después. Este segundo hígado sí funcionó, aunque tuve que someterme a 12 operaciones en los siguientes 2 meses. Tristemente, vimos morir a los otros cinco niños que operaron después de mí. Fui el único que sobrevivió. Mis padres y mis hermanos no se rindieron una sola vez y movieron montañas para superar cada uno de los obstáculos que siguieron.



Volviendo a México, pasé un par de años recuperándome y pude terminar mis estudios. Me gradué como licenciado en derecho.


En 2010, a mis casi 30 años, debido a la cantidad de medicamentos que tomaba, mis dos riñones dejaron de funcionar y tuve que someterme a un tercer trasplante: esta vez mi hermano Herbert me donó un riñón que funcionó de maravilla. Pero cada cirugía se volvía más complicada por la 'recableada' interna que ya empezaba a tener. En ese momento, el seguro cubrió $1 millón de pesos del trasplante, y los últimos padecimientos desde entonces los he cubierto yo. Gracias a esto logré continuar con mi vida y casarme con Becky.


En los últimos 8 años he tenido recurrentes problemas de salud. Estoy teniendo hemorragias internas en el tracto digestivo, anemias fuertes recurrentes y una encefalopatía hepática por los niveles altos de amonio en la sangre. Tengo rechazo crónico hepático desde hace unos años.


En 2023, mi salud se volvió a complicar y fui internado varias veces. Mi condición se ha ido agravando. Como mi hígado no filtra, ciertos desechos como el amonio se van directo al cerebro. Frecuentemente no tengo energía suficiente para disfrutar de mi familia.


Ha llegado el momento de trasplantarme una vez más. Cada operación es más complicada que la anterior y los seguros han poco a poco me han ido negando cobertura.


Estamos buscando opciones para operarme en México, pero la realidad es que el equipo de médicos mexicanos no tiene mucha experiencia en retrasplantes tan complejos como el mío. De mi tipo habrán realizado quizás 10 operaciones, mientras que en EE.UU. la experiencia se quintuplica.



Estamos buscando reunir cerca de 20 millones de pesos para poder realizar la operación en la Clínica Mayo de Phoenix, Arizona, tan pronto como sea posible. Además de que anhelo tener una oportunidad más de vida, sé que con este procedimiento tan raro, la ciencia también avanzará y se descubrirán cosas que podrán ayudar a muchos más pacientes con mi condición.


Sufro mucho porque siento el dolor físico, pero quienes están a mi alrededor sufren más. Mi hija pequeña no entiende todavía, solo me pregunta cuando salgo de casa si ya me voy de nuevo al hospital. Mi hija mayor de pronto se pone a llorar y me dice que tiene miedo. Pero esta lucha la hago también por mi esposa y mi familia, quienes aún me necesitan, y gracias a quienes sigo vivo. Realmente no hay nada que quiera más que salir adelante y tener una oportunidad más de vida para ver a mis hijas crecer y seguir, a través de mi trabajo que disfruto enormemente, poniendo mi granito de arena para un mundo mejor. Ojalá puedas sumarte y echarme una mano.


En verdad, de corazón, agradezco enormemente tu apoyo y tu solidaridad.


¡Te estaré eternamente agradecido!


Gracias,


Rodolfo


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